Arellano, su torre y su palacio 22/02/13


Arellano es un pueblo muy peculiar en cuanto a la disposición de su caserío. Es habitual que muchas localidades de Tierra Estella tengan algún barrio físicamente delimitado. Pero en Arellano esta separación divide por la mitad a la villa dejando dos núcleos de población perfectamente diferenciados en su urbanismo y topografía.

    De una parte, el Barrio Alto con trazado medieval y calles estrechas y sinuosas. Por otra parte el Barrio Bajo, en zona llana, que a nivel popular le apodaron “Arellana”. La unión entre ambos barrios se produce en un terreno “de nadie” donde hay una fuente, frontón, bar y ayuntamiento. A la plaza de Arellano bien la podemos comparar con la consistorial de Pamplona, terreno baldío en donde se unieron los antiguos burgos de la ciudad.

    En la zona alta del pueblo se encuentra una antigua torre atalaya. Es un edificio macizo de cantería, construido en el año 1100 en estilo románico y que sigue los típicos modelos de torres defensivas que articulaban los lienzos de las murallas, cuyo ejemplo más cercano se encuentra en el cerco de Artajona. Parece que esta torre debió de servir más para la vigilancia que para la defensa, y por su emplazamiento y dimensiones no tuvo carácter residencial. Algunos sillares de la puerta de acceso fueron arrancados y expoliados por desconocidos, pero afortunadamente en el año 2004 se hizo una cuidada restauración del edificio.

    Arellano perteneció desde muy antiguo a un sobrino del rey Sancho Ramírez. Sus herederos, los Ramírez de Arellano, ejercieron señorío sobre la villa durante decenas de generaciones, al menos desde 1351 (Juan Ramírez de Arellano) hasta 1723 (Veremundo Ramírez de Arellano). Estos Ramírez de Arellano residían en un soberbio palacio de cabo de armería.

    En las últimas semanas dos noticias sobre Arellano atrajeron la atención de los medios. El Gobierno de Navarra declaró a la torre Bien de Interés Cultural, una categoría que garantiza su protección en el futuro. Y el Consorcio Turístico de Tierra Estella premió en su concurso de embellecimiento la restauración del palacio de cabo de armería, hecha por Pablo Arrastia.

    Para los numerosos turistas despistados que todavía llegan al casco urbano de Arellano buscando la villa romana de Las Musas, estos edificios aplacarían su decepción si estuvieran mejor señalizados. El visitante también podría ver las valiosas pinturas de la parroquia de San Román y la ermita de Unzizu. Y es que no todos los pueblos pueden presumir de conservar tan bien su patrimonio.
 

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